domingo, 27 de abril de 2014

Fragmento 1. [Duareign Histoire]

La noche parecía eternizarse cuando se la miraba atentamente. El ruido de los coches en la lejana carretera se dispersaba y atenuaba a aquellas alturas. El frescor de la brisa nocturna no era comparable con ningún otro olor que pudiera flotar en la ciudad durante el día, era la pureza de la oscuridad, y la frialdad de la noche. Era su momento favorito del día, y no era de extrañar que se hubiera apodado Noite por el mismo motivo.

Su silueta, sentado en el tejado del edificio donde solía escaparse, parecía fundirse con el terciopelo azul oscuro que conformaba el cielo. Quizás solo era su melena rubia y rizada, que caía grácilmente sobre su espalda, brillando a la tenue luz lunar, lo único que le diferenciaba de una sombra oculta, de un adorno formando parte de la arquitectura del edificio. Ya que, el resto de su apariencia, lo formaban ropajes negros, dejando tan solo visible sus manos de largas y afiladas uñas y su rostro, ambos de piel cetrina y pálida.

Le gustaba escaparse a aquel lugar cuando todo lo demás le superaba. Demasiadas presiones, demasiadas obligaciones, demasiado todo. El ser un heredero de una fastuosa y rica familia no le traía más que problemas, en vez de verdaderos privilegios, como cualquiera se podría imaginar. No... solo terminaban quemándole por dentro y haciéndole huir a la azotea cual gárgola.

Se reclinó, tumbándose completamente en el suelo de la azotea, observando una por una las diminutas y brillantes estrellas del firmamento. Cuan despreocupadas y eternas se podían observar desde aquel lugar, mientras mil y un pensamientos atosigaban la cabeza rubia del vampiro.

Todos esperaban demasiado de él. Creían que él le devolvería el honor perdido, la fama y la fortuna a su apellido. Que los Duareign volverían a recobrar todo su esplendor y su brillo. Pero el sabía que sería muy difícil; vivían en otra época distinta al siglo dorado donde llegaron a gobernar prácticamente el mundo. Ahora tenían suerte de no estar extinguidos como el resto de familias nobles vampiras.

El ruido de la puerta de la azotea rompió el pacífico silencio que se había formado una vez los coches habían cesado su continuo ajetreo por la calle más cercana a la manzana. Noite no levantó la cabeza, sabía a la perfección de quién se trataba a aquellas horas. Sencillamente, torció sus labios a una sonrisa de medio lado y cerró los ojos, esperando a que la áspera voz del visitante le hablara en aquel escenario estrellado.


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