Es muy duro, Kan... Ser un niño y crecer. Es duro y nadie te comprende.
El sigilo danzaba junto a su acompañante el silencio, cuando ella hizo acto de presencia en el rellano de la escalera.
Las llaves entraban torpe y estrepitosamente por la ya holgada y deforme cerradura de su puerta. Cuanto menos ruido intentaba evitar, mas producia.
Al entrar, la luz amarilla del vestibulo, encendida, evocando la luz de un faro en una noche oscura y costera, fue lo unico que la esperaba a aquella hora al llegar a casa. En el interior, reinaba la quietyd y el silencio.
Cerro la puerta tras si, algo extrañada. No era normal que su familia abrazara el sueño tan pronto. Sin embargo, no le quedaba mas remedio que avanzar por la negrura de la sala de estar, sorteando los brincos y mimos de su pequeño gato, hasta llegar a su habitacion.
Mientras se desvestia, somnolienta y cansada, sentia el malestar general que iba creciendo en ella. Notaba como la falta de una reprimenda por aparecer a aquellas horas, pesaba y dolia mas que cualquier bronca o castigo paterno.
Se tumbo en la cama, con una mueca en los labios. ¿Era aquello a lo que se referian con crecer? En parte, entendia que su madre no la reprimiera por llegar a la una de la mañana a casa, tenia ya una edad como para cuidar de si misma. Pero quizas, esa falta de proteccion desmedida era peor aun. Si madurar significaba dejar de preocuparle a sus progenitores, en ambos sentidos de la palabra, cada vez le resultaba menos atractiva la idea de convertirse plenamente en un adulto.
Limpio una rebelde y solitaria lagrima que habia escapado de su ojo izquierdo y cerro ambos, apretando los labios. Ahora no era el momento de lamentarse por lo inevitable. No, ya lo pensaria luego.
Mañana será otro día...
No hay comentarios:
Publicar un comentario